18 sept 20233 Min. de lectura

Arte vivo, y necesario, que (nos) duele y maravilla: Acerca de “La (ex)TraviaTTa”

El dolor no solo destroza, sino que produce realidad: de ahí que sus lenguajes sociales sean todos lenguajes de la política: lenguajes en los que los cuerpos descifran sus relaciones de poder con otros cuerpos

Rivera Garza, Textos de un país herido, 2011

Y usted preguntará porqué (aún) actuamos

El teatro es un terreno peligroso. Es un espacio en donde conviven tanto las ideas que solo encuentran habitáculo en la realidad como las que solo se encargan de abrevar ficciones. Otras, como La (ex)TraviaTTa, mantienen una doble línea (¿horizontal y vertical?) y una curva, o diagonal, que atraviesa los tópicos por donde se deslizan (sin perder el glam) cuestionamientos que referencian a la historia del cuerpo, y a sus embates políticos y socioculturales. Esa triple narración, vertical, horizontal y transversal logran hipostasiar la voz de un cuerpo que cuenta (y denuncia), en primera persona la problemática realidad que les toca vivir a unxs muchxs, travas y marikas sudacas hoy. Sí año 2023, postpandemia. ¿Pueden creerlo? Pues yo sí. Y lxs que no, ¿deberían replantearse por qué? No. No soy quién para decirle a ustedes, lo que deben hacer. Pero puedo escribir al respecto, y encontrar mi posición, previamente encontrada (valga la aclaración) en cuanto a estos cuerpos políticos que, históricamente, sufren (en) las sombras y la inquietud por ser “encontradxs y juzgadxs” (y estoy diciendo poco). Entonces, escribir sobre esta obra, lo considero un acto necesario, más que artístico. Es un deber hacer, para no olvidar. Nunca más.

Violeta canta, Violeta baila (¡Ay, Violeta!)

Algo (alguien) rebota sobre su presencia. Es ella. Ella sobre ella. Ella con ella. Ella en ella. Hipnótica. Se desnuda, no solo como mujer, sino como sujeto político atreviéndose a todo. A que la mires, recorras y entiendas. A que la escuches, zozobres y maravilles en torno a la figura de sus caderas, cintura, pechos y cabellos (y lo que hace con ellos). Violeta es bella. Como así su alocución, que es (des)carnada y soberbia. ¿Cómo se puede actuar la belleza tan crudamente? No lo sabemos, pero ella sí, ella y su charm, claro. Los temas que propone la obra no son cómodos y eso está bien. Está muy bien. Pues en esa incomodidad, se encuentra la potencia de la movilización, el gérmen de la urgencia por hacer algo para que las cosas cambien, de revelar cuantas veces sea posible que nada es justo (aunque lo sepamos) aún en esta, nuestra "sociedad moderna”.

En general nunca tenemos tanta imaginación (la vanidad y la ideología nos impiden deshonrarnos equiparándonos al clochard en harapos o al inmigrante que lo ha perdido todo). Pero sí a la imaginación encuentra en si misma o en el exterior una figura lo suficientemente interesante, entonces ningún sufrimiento al alcance de la mirada le será indiferente

Alba Rico, 2007

Tengo la sospecha que más de unx desviará la mirada sobre estos asuntos. Mentira. No la tengo. Lo sé. Sin embargo, estas obras, que desnudan, con majestuosidad y simplismo, temas como el HIV, los tratamientos hormonales, el travestismo y cosas (afines) que solemos “olvidar” se imponen en la escena teatral con pies hechos de cemento, concreto y alquitrán más ojos inquirentes que nos miran en profundidad; Invitando a ver(nos) no sin antes pasar por la experiencia que La (ex)traviaTTa propone: cuestionar los (nuestros) privilegios, desde los cuerpos que no están o que están y sufren por lo que no tienen y deberían tener. Parece simple, vaya si NO lo es.