Arte y posibilidad: Hacia un horizonte compartido. Sobre la muestra del “Instituto Román Rosell” en la “Galería Palermo H”.
La oscuridad no es ausencia, sino la matriz donde germinan las formas y los sentidos.
- Amanda Mirta Ochatt.
Del 13 al 26 de diciembre de 2024, el Instituto Román Rosell se transformó en el epicentro de una experiencia artística sin precedentes.
El Instituto Román Rosell, emblema de la promoción de derechos y la inclusión social para personas con discapacidad visual, se transformó en el epicentro de una experiencia artística sin precedentes. La muestra “Arte desde otra Perspectiva: La experiencia del Instituto Román Rosell”, exhibida en la Galería de Arte Palermo H, no solo presentó una colección de obras de artistas con discapacidad visual, sino también planteó una reflexión profunda sobre el arte como vehículo de inclusión y transformación social.
La oscuridad como génesis del arte
Tomando las palabras de Katherine Jauarpeña y Stefanía Luz Noya la oscuridad no es ausencia, sino un espacio primigenio y fértil donde todo germina, Este concepto se transforma en un paradigma necesario que ha sabido materializarse desde la performance inaugural de Zezé Fassmor, inspirada en las obras de Román Rosell, hasta la experiencia sensorial sonora organizada por María de las Mercedes Álvarez Sevillano, convirtiéndose en arte, parte y carne de la muestra en su conjunto.
En estas propuestas, los visitantes no solo contemplaron obras, sino que fueron invitados a sumergirse en la experiencia de la ceguera mediante gafas oscuras. Esta estrategia permitió a los participantes redescubrir sus sentidos, liberados de los límites impuestos por la visión. Como dijo Tucho Lazlo, uno de los artistas destacados: La fantasía de uno se va por todos lados, reflejando cómo la oscuridad puede expandir las fronteras creativas.
La experiencia se ancló en la premisa de que el arte trasciende las formas visibles para habitar los territorios del alma. Como afirmó Rainer Maria Rilke, Lo bello no es más que el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar. En esta muestra, lo “terrible” de la ceguera se transforma en una fuerza creadora, que invita a los espectadores a reimaginar la percepción.
El poder transformador del arte inclusivo
La curaduría de Katherine Jauarpeña y Stefanía Luz Noya, junto con el trabajo incansable de artistas y colaboradores, mostró cómo el arte se convierte en una herramienta de empoderamiento. Estas obras no solo comunicaron la singularidad de sus creadores, sino que también desafiaron la noción de que el arte pertenece exclusivamente a quienes pueden ver. La muestra rompió con esta barrera, demostrando que la creatividad trasciende las capacidades sensoriales.
En un contexto donde la exclusión aún prevalece en muchos ámbitos culturales, estas iniciativas son esenciales. Al dar visibilidad a las personas con discapacidad visual como agentes activos en el campo artístico, se reivindica su derecho a expresarse y a ser reconocidas como creadoras. Como reflexiona Ochatt: el fin de que un ciego pinte es expresar su sentir y pensar, un derecho fundamental que el Instituto Román Rosell ha promovido desde su fundación.
Un espacio para la comunidad
El cronograma de la muestra incluyó actividades como charlas, proyecciones y talleres de plástica, abriendo un diálogo polifónico y diverso entre artistas, curadores y público. La presentación del documental Los que no quieren ver y el conversatorio con Arturo Enrique Lazlo y Amanda Mirta Ochatt enfatizaron cómo las historias individuales se entrelazan con el esfuerzo colectivo por una sociedad más inclusiva.
Como dijo Jean-Luc Nancy,
“El arte no está hecho para explicar, sino para abrir”.
En esta muestra, cada obra abrió portales hacia (otros) mundos donde la imaginación supera la mirada, creando un puente eterno entre lo visible y lo invisible, un vínculo profundo y orgánico que permanecerá para siempre.
Nota de las curadoras:
Agradecimientos especiales a:
Marisa Sánchez, nuestro gran nexo y colaboradora que ha hecho todo esto posible; Amanda Mirta Ochatt, pionera en traer todo este acervo artístico al Instituto Román Rosell desde 1993; Fernanda Grandi, por continuar con gran amorosidad el taller desde 2015 que hoy continúa desarrollando artistas y artesanos; a todo el personal del Instituto Román Rosell por mantener para con nosotros puertas abiertas y siempre un espacio de calidez; a Adelmo Piazza, Director de Galería Palermo H, por brindarnos amablemente este espacio para seguir construyendo un puente entre el arte y la comunidad; a todos los artistas que han aportado su talento, dedicación y pasión, haciendo de este proyecto una experiencia enriquecedora para todos; y, finalmente, a nuestros visitantes, cuyo apoyo constante nos impulsa a seguir adelante, contribuyendo al crecimiento y la difusión del arte en todas sus formas.