Enero del 2025, agua y fuego. Muerte y resurrección. Palabras de un cuerpo que escribe.
Actualizado: 11 feb
Por Jezabel Amin
Empecé el año pensando un propósito que pueda resumir en una palabra o frase corta. Elegí coherencia. ¡Horror! Si le doy importancia a las palabras y pretendo que la brecha entre ellas y mis acciones sea pequeña, tengo que hablar mucho menos. Sigo con demasiados pendientes en mi vida y aunque tenga mucha ayuda: techo, comida, perro, gato, familia, amistades que son familia, libros, curiosidad activa, plantas, sábanas, cincuenta tenedores, vasos, hojas en blanco. Todavía no me alcanzo. O no me alcanza lo que gano para ser un individuo completo, independiente, libre, soberano. ¿Es posible eso en este mundo? ¿Para eso nací?
El para qué, a veces, puede ser un problema. Influenciada por cierta visión platónica de la escritura (y de la existencia) sufro ideas. Me detengo en otro rincón del “yo” y miro. Con casi 40 años me sigo preguntando ¿quién soy? ¿Existo? ¿Eso importa? No, pero sí hay sistemas filosóficos (1) que intentan explicar lo real (que también incluye mi “yo”). ¿A través de qué ideas miro las cosas? A veces desde un lugar, a veces desde otro.
Todavía vivo influenciada por los cuentos que me contó mi abuela. Una gran lectora, una mujer que nació del barro del río, que fue muy pobre, que llegó a tener casa gracias a Perón. Ella hizo del General y Eva, sus dioses. Crecí entre tangos y la marcha peronista. Mi mamá me contaba otras historias (no necesariamente más coherentes). En una sopa de ingredientes no fáciles de metabolizar, donde se defendía y se crucificaba al peronismo y a los hombres, me fui haciendo una imagen de lo político, de la protección, del amor. También del abuso, la violencia, la mentira. En el lugar de lo masculino se depositaron muchas cosas del escenario del mal. Un lugar glorificado que te podía pegar y vos fijate qué hiciste para merecerlo. Me contaron: ellos tienen el desenfreno sexual permitido y yo mujer, si iba a besar a alguien, tenía que saber si quería que él sea el padre de mis hijos. Una confusión importante casi todo, lo sé. Me llevó muchos años darme cuenta de que había otros sistemas filosóficos para mirar y que me miren. Necesité tiempo para reconocer mi propio deseo como legítimo e ir construyendo la autoridad en mis carnes para poder elegir mi performance sexual en vida (todavía no me alcanzo). Los relatos también operan en las formas de construir tiempo vital, de hacer cuerpo.
Hoy me reconozco como mujer (¿qué es eso?). No sé, pero algo del dolor también es mi herencia, la historia de las mujeres violadas también es la mía. Demasiadas veces fui silenciada por el que se cree autoridad familiar y está tan pero tan perdido. Yo no lo perdono, pero la vida tal vez sí. Porque imagino que lo que lleva a alguien a dañar es la falta de conciencia, el haber sufrido, el no saber cómo redireccionar impulsos, el no tener claro ciertos valores, el no saber amar. No creo que la maldad sea cuestión de género. Tal vez, en el fondo somos todos buenos, pero poner un límite y decir “hasta acá” al rey loco es necesario. Milei, vos, con tu desenfreno, ¡hasta acá! A la locura maligna le digo no, a la libertad de poder vivir mi sexualidad adulta le digo sí. Al menos en teoría, la práctica me está costando un poco más. Pero elegí afinar la coherencia este 2025.
¿Cómo es el placer después del daño? Vuelvo a preguntar. (2)
La historia de las putas, las locas, la historia del silencio y la opresión, es también la mía. A la locura de escucharse, de querer vivir atenta al deseo, cuidando no dañarme, ni dañar, le digo sí. Si la locura es buscar liberarse de cadenas y querer bailar y crear, ¡estoy re loca! A esa locura le digo sí. Por eso fui a la marcha el primero de febrero. A decir sí a la vida, no a la muerte.
Pausa. Dije que iba a escribir sobre enero. Un mes tan cerca de diciembre. Cierres, aperturas, continuidades, interrupciones, desilusiones, apuestas, inicios, finales, recomienzos, avances, retrocesos, dejar atrás, ir hacia adelante. No querer ir más allá. Agotamiento, descanso, renovación, agotamiento. Preocupación, pensar en querer cuidar la alegría, pensar en proyectos creativos, tener miedo de que otra vez no alcance la plata. Tener miedo, tener mucho miedo. Respirar profundo, volver a conectar con las plantas de los pies, sumergirme, emerger, volver a escuchar al cuerpo. Agradecer. Reviso el correo, leo lo que escribió Federico Fontán y pienso en EGO (3). Dos veces vi esa obra el año pasado y me enteré que vuelven al Portón de Sanchez el martes 11 de marzo, a las 21 horas. ¡Qué alegría! Obra repleta de danza. Me conmovió, los celebré, sigo recordando momentos de transformación de los cuerpos, sigo recordando preguntas que me hice ante los gestos, ante la comunicación posible e imposible, ante la desesperación que sentí por volver a darme cuenta de que vivo escondida, de que quiero ser tocada pero no suelo dejarme alcanzar. Sigo pensando en ellxs, escribo alrededor de las fotos de mi memoria. EGO, ¿qué podemos decir desde el “yo”? ¿Cómo somos también otrx?

Tal vez es por ellxs, lxs intérpretes y la forma en que me conmovieron que me es tan preciado el tiempo de soledad. No estoy sola, me acompañan los recuerdos. ¿Y si todo el tiempo que necesito para decantar la información que recibo de las afectaciones (de las obras, los entrenamientos, las miradas cómplices, las furtivas), no es suficiente?
El tiempo debe detenerse (4).
Respiro profundo ahora, puse mis manos en el esternón y recuerdo mi espalda ancha y larga por detrás. ¿Cuántos momentos al día te regalás para volver a sentir tu lugar en el mundo? ¿Hablar desde un” yo” es algo egoísta? Soy un ”yo” con otrxs también y ¿vos?
¿Desde qué narrativas te contás la historia de tus músculos? Fui educada en la heteronormatividad de manera brutal. ¿Por qué el cuento de lo real demoniza la diferencia? ¿Por qué el miedo a la diversidad? Mi deseo suele ser hacia un masculino cis, casi siempre lejano e innombrable, pero también sentí atracción por mujeres alguna que otra vez. ¿Y qué? ¿Hay un valor agregado en mí por eso? No. ¿Valgo menos? No. ¿Por qué el ataque a la libertad de elegir en nombre de la falsa libertad del gobierno misógino de Milei? ¿Por qué su desparramo de violencia? Duelen las palabras del rey loco, hacen sufrir. El primero de febrero fue un límite.

¿Cómo seguir?
Dije que iba a escribir sobre enero.
Tuve la suerte de entrar y salir de Capital, pasar unos días en el Tigre, leer, escribir, entrenar, ir al teatro. Puedo enumerar muchas acciones de mi cotidianidad, pero iba a escribir sobre los aportes de la danza en clave técnica Alexander para el cuidado de energía vital y apareció la impronta bíblica de muerte y resurrección. Cuando recuerdo que ya escribí sobre eso (5) me detengo . Hoy es domingo, tengo ganas de ir a nadar y quedan tantas cosas por leer y hacer. Quiero poner los pies en la tierra de agua, pensando en las calles de ayer, sigo escribiendo. Tal vez estoy desperdiciando energía en palabras. Tienen sentido si resuenan. ¿Hay alguien del otro lado?

Escribir a veces es entrar y salir de una dimensión a otra, de ver lo real por una ventanita muy pequeña, querer captar algo, traducir sin desviarse tanto, desviarse un montón y volver, siempre volver a conectar con la respiración y entender: no voy a resolver nada escribiendo. Y sin embargo, insisto. Porque mi abuela me dijo a los siete años que yo era buena en esto de las palabras y me lo creí. Estoy condicionada por mis creencias, para bien y para mal. Tal vez para algunos asuntos, todavía me sirve pensar en binarismos. Para otrxs no.
Mejor vuelvo cerca de la danza. “Marine Amestoy, ¿qué es la danza para vos?” Le pregunté hace unos días atrás. “¡Todo! Nos puede aportar cuidado, conciencia, la gente necesita volver al cuerpo”, dice ella entusiasta y encendida. Seguiremos profundizando el diálogo.
Y para Fede Fontán, ¿qué es la danza? Me quedo con ganas de volver a ver la obra, de preguntarle, de que me escriba, de conocerlo más. Con varios directores me pasa algo así. Tal vez es mis ganas de ver todo con ojos de niña que me hace percibirlos como si fuesen grandes magos. ¡Lo son! También humanos. Sí. Recordar, los artistas somos humanos. Para Hernán Franco (6), para Matías Bassi (7) ¿Qué es la danza? ¿Cuáles son las relaciones entre ella y el teatro? Tal vez son más importantes las preguntas por las relaciones que por las definiciones. No busco definiciones cerradas, quiero algo blando y firme que me permita seguir penetrando el pensamiento. Hago preguntas para pensar y no quiero viajar sola. Todavía tengo mucha información que procesar de un año muy intenso que hace huella en mi memoria y entre trabajos de pre y post producción, ¿cómo hago para seguir escribiendo? Es domingo, hace calor, no salgo los sábados a la noche para levantarme temprano y hacer alquimia con la memoria. Amor eterno a las hojas en blanco, ellas siempre están conmigo.
¿Y la realidad?
Por suerte pude entrar y salir de la ciudad y dejar la casa a cuidado de un gran amigo. Pude practicar realmente otro punto de vista, vivenciar una húmeda perspectiva, sumergirme, conocer gente nueva, conversar, dejar que el río alivie mis ideas. Al llegar a una isla del Tigre, noté que mi cuerpo cambió. Empezaba a caminar más adentro del monte para llegar a la casa donde me iba a hospedar un par de noches, cuando cerré una puerta con un sistema bastante precario. Una soga atada un clavo. Aunque estaba siendo observada, no me apuré para hacerlo. Lo hice sin ansiedad, una transición dulce, sin sentirme presionada y pasé del otro lado. ¡Milagro! Ahí me di cuenta que podía habitar distinto mi espacio interior. De a poco, menos celular, menos pensamientos asociados a tareas pendientes. Dormí, tomé sol, leí, me bañé mirando los árboles. También pensé en las obras, claro. En textos futuros, en personas que quiero, en el sentido de mi existencia, pero todo fue más leve, posible, humano. Mirar los troncos, escuchar los pájaros, renovar el territorio de reflexiones. Todavía siento que algo nada adentro mío. Si me preguntan, no fui con un amante. Fui con una amiga hermana muy querida. Volví sola unos días después y voy a seguir volviendo al silencio, a lo verde, a nadar. Y a los pajaritos. Amo los pájaros perdidos (8).
Este enero también comencé a entrenar con regularidad con @flormartinezaulaterapias y cerré el mes en las manos de Hernán Franco. Espero que pueda seguir tomando clases en el año y dando también (lo necesito). Ojalá mucha gente quiera y pueda darse espacio cada mañana, tarde o noche para conectar con el cuerpo, para escucharse amablemente, para permitir transformaciones. Así puede ser tan otra cosa la vida. Pero son demasiados los que no pueden vivir en condiciones dignas, lo sé.
Y porque existe la guerra, la pobreza, la muerte y las injusticias, quiero volver a decir que conozco de prácticas que cuidan la vida. Necesito traducirlas a palabras para que ellas circulen y alguien más viaje a través de ellas. Necesito poder escribir sobre lo que se trabaja en las clases pero el tiempo no me alcanza para todo, ¿alguien más vive corriendo? Y sé que no voy a resolver nada escribiendo, pero a veces no puedo hacer otra cosa. Retomo la punta de mi deseo y juego con enunciados repetidos: quiero desplegar una escritura que haga nacer mundos mejores, por eso nombro estas clases, obras, artistas. Es mi resistencia al rey loco.
Pero iba a escribir sobre enero.

En el Tigre, alguien me contó algo de la historia de su vida en la isla, de cómo se conocieron con su pareja y se instalaron ahí. Juntxs me contaron anécdotas de otros tiempos mientras sus nietos jugaban en el río. A veces es tan bello nadar entre recuerdos. Tal vez en el fondo todos somos buenos. Salta una idea, es un pez robado. Viviendo la segunda mitad de mi vida, quizás pueda conectarme más con los sentimientos, deseos, necesidades, con el físico que soy y reconocer que el otrx es un cuerpo vivo (”yo”, también soy otrx). Tal vez así las acciones puedan surgir desde el amor. No desde el odio, el miedo, el resentimiento. Amor, ¿cómo practico esa palabra? Salí a la calle el primero de febrero a buscarla y la esperanza me salpicó. Agua, fuego. Muerte y resurrección. Salí a buscar amor en las clases de Hernán Franco, de Florencia Martínez. Cada unx con su conocimiento y manera, transmitieron algo que me permitió conectar con la coherencia entre las palabras y las acciones. Las buenas clases son mis espacios de reparación, sanación, preparación. Para metabolizarlas, tal vez tenga que dejar de escribir. O no, mandar un mensaje a lxs intérpretes de Nada es gratis (9) y reiniciar conversaciones, volver a charlar con Mariné Amestoy, con Federico Fontán, Hernán Franco, Fagner Pavan, Matías Bassi, Natalia Pezzi y sigue, sigue, la lista de voces que nutren mi escritura sigue, sigue. Bailo entonces, vuelvo a hacer preguntas. Amor, ¿cómo practicar esa palabra?
Ecos de estar leyendo a Antonin Artaud, acá en El teatro y su doble. ¿Puedo enamorarme de alguien muerto? Porque él se ganó mi corazón.
“¿Individuo colectivo? Un cuerpo que escribe piensa el fuego”, nota escrita por Jezabel Amin para Revista Mariné, octubre de 2024. En ese escrito apareció esa pregunta que aún no encuentra respuesta.
EGO, obra dirigida por Federico Fontán, vista en el Portón de Sanchez, dos veces en 2024, a la espera de volver a verlxs este año. Podés ver más en @ego_obra
Título del libro de Aldous Huxley, otro de mis amantes.
Amin, Jezabel (2025) Historia de un cuerpo. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 24 de enero 2025. Escrito en junio del 2024.
Disfruté mucho la experiencia del intensivo de Entrenamiento Actoral, enero del 28 al 31, en Espacio Finnegans, a cargo de Hernán Franco. ¡Súper recomiendo!
Charla sostenida con @bassi_matias en plena preparación del Taller Anual de Teatro Físico, los jueves de 11hs a 14hs en el Teatro El Extranjero.
Una de las canciones exploradas en el Proyecto Ana, podés ver más en @jezabelamin
Nada es gratis, co-producción Galpón F.A.C.E. de la cual ya escribí meses atrás. “Nada es gratis, seguir viendo obras en Galpón F.A.C.E.”, nota de noviembre del 2024.
Esta nota se terminó de escribir el 5 de febrero de 2025.