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"Hombre Mirando al Sudeste" de Eliseo Subiela


 

Usted también es un buen tipo, pero no es feliz.

Y lo que más me preocupa es que creo que lo sabe y no le importa.

Rantés.


El largometraje "Hombre Mirando al Sudeste" del director argentino, Eliseo Subiela, es una de las joyas que el buen cine nacional suele producir.


La historia se ambienta en un psiquiátrico de Buenos Aires, donde al doctor Julio Denis le cambia la vida la llegada de un enigmático paciente, Rantés, que, sin una identidad aparente, afirma ser un mensajero de otros mundos enviado para estudiar la estupidez humana.


La imagen muestra una escena callejera en blanco y negro. En el centro se encuentra un grupo de personas sentadas o recostadas en el suelo, con expresiones pensativas o contemplativas. Detrás de ellos, se observa una pared con grafitis y ventanas con barrotes, creando un ambiente austero y un tanto desolador. La imagen transmite una sensación de introspección y refugio, como si los personajes buscarán un espacio de reflexión dentro de un entorno urbano aparentemente desalentador.
El emisario Rantés.

El personaje de Rantés, se presenta con una lógica abrumadora, desafiando las nociones convencionales del doctor Julio, quien se ve cada vez más involucrado en la compleja personalidad del interno. A medida que ahonda en comprender la enfermedad del "emisario", empieza a cuestionar su propia realidad mediocre; en definitiva, trabaja en un psiquiátrico donde los pacientes nunca se curan, sumado a su hastío personal. La riqueza intelectual y perspicacia del paciente logran “sacudir” la monotonía del psiquiatra, haciéndole reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la psique humana y la vida.


La imagen muestra a un hombre joven sosteniendo una placa de cristal transparente con una imagen en blanco y negro del cerebro humano. Su expresión facial es seria y concentrada, reflejando la importancia del objeto que está examinando. La imagen en blanco y negro, junto con la iluminación sombría, crean una atmósfera introspectiva y reflexiva. La composición enfoca la atención en el joven y el objeto que sostiene, sugiriendo un tema relacionado con la neurología, la medicina o la investigación científica.
Rantés en el laboratorio del pabellón.
“Rantés, si usted no es un chiflado, yo tendría que admitir que realmente es un extraterrestre. ¿Sabe lo que eso significaría? Que el chiflado soy yo”, le dice el doctor Denis a Rantés.

A medida que la historia avanza, aparece en escena Beatriz Dick, una supuesta evangelista que afirma conocer al interno Rantés y tener su apoyo en su misión de ayudar a los demás. El protagonista vive sumergido en una realidad paralela, pero ideal para sus propósitos. Cada día, y a determinado horario, se lo ve parado mirando al sudeste durante horas, afirmando que está "enviando información". 


El cineasta va desarrollando la trama de manera que muestra cómo el psiquiatra pierde gradualmente su deber de objetividad profesional. Rantés desea estudiar el cerebro humano y pide al Dr. Julio que lo deje trabajar en el laboratorio de su pabellón. Los exámenes físicos del paciente no muestran ninguna anomalía. Los test de inteligencia practicados revelan que el individuo posee un coeficiente intelectual excepcional, casi de genio. El médico sabe que su paciente no está tomando la medicación recetada, pues el cuadro delirante que presenta no mejora. No obstante, ante la aparente falta de peligrosidad del paciente, decide no usar el tratamiento antipsicótico. De hecho, además, le otorga la oportunidad de trabajar como asistente en el laboratorio de patología del hospital, confiando en su evidente destreza y capacidad intelectual. 


La película presenta un momento impactante, Beatriz invita al médico a presenciar un concierto de música clásica al que asistirá junto a Rantés. En esta escena, el paciente toma la batuta del director y ofrece una interpretación magistral, casi grandiosa, del "Himno de la Alegría" de Beethoven. De manera sincrónica, los demás internos, aparentemente conectados de forma íntima con "el emisario", muestran un estado de eufórica dicha y celebración. Sin embargo, este momento de exaltación se ve abruptamente interrumpido cuando una enfermera llama a la policía, desencadenando una revuelta que llega a ser noticia en la prensa. Imágenes de muertos y ataúdes que se suceden dan muestra que todo se salió de control, ocurriendo un verdadero drama. Este grave incidente lleva al director del psiquiátrico, a ordenar al doctor Julio que suministre a Rantés la medicación antipsicótica que tendrá devastadoras consecuencias, apagando poco a poco la singularidad y excepcionalidad del “emisario”.


La imagen muestra a un grupo de hombres detrás de una reja, con expresiones serias y angustiadas. Parecen estar encarcelados o confinados en un espacio estrecho y oscuro. Sus rostros reflejan la tensión y la incertidumbre de su situación. La escena transmite una sensación de malestar y falta de libertad.
La revuelta de los internos.

Renacer y Desasosiego del Doctor Julio Denis 


El doctor Julio llevaba una vida apagada, tanto en lo personal como en lo profesional. Esta mediocridad existencial se vio sacudida por la llegada de Rantés a la institución psiquiátrica. A partir de entonces, el ejercicio de su profesión comenzó a renovarse. En medio de este renacer emocional, apareció Beatriz, una presencia que le devolvió una sensación de plenitud interior que creía haber perdido, aunque no por mucho tiempo. En la intimidad compartida con Beatriz, ella le confesó un secreto que terminó provocándole un derrumbe emocional: Beatriz también era una "emisaria", poseedora de habilidades emocionales distintas. Esta revelación desencadenó una fuerte reacción en el doctor Julio, quien, envuelto en una mezcla de furia y confusión, la expulsó de su departamento. Al indagar en los efectos personales de Beatriz, encuentra una fotografía rota, que la mostraba junto a Rantés, pero con un vacío significativo: faltaba una figura en la imagen. Este descubrimiento marcó el quiebre emocional de un hombre, cuya realidad, antes de la llegada de estos personajes, era bastante gris.


Tanto Rantés como Beatriz, personajes “emisarios” de otros mundos, compartían la incapacidad de sentir emociones. Lo curioso era que, pese a la extrema racionalidad y aparente incapacidad emocional de Rantés, había manifestado “cierta plenitud” al escuchar el concierto en el parque, hecho que sorprendió al médico. Beatriz, por su parte, cuando está compartiendo el momento de profunda intimidad y placer con el psiquiatra, emana un líquido azul de la boca. 


“Le digo "la Santa" porque es una mujer muy especial. Yo verifiqué en ella mecanismos que no vi en otros seres humanos. Un ser humano tiene manifestaciones físicas como el llanto, el temblor. La santa, cuando siente amor, larga un líquido azul por la boca... ¿Qué pasa, doctor? Se siente frente a los límites y no quiere ir más allá...”, Rantés le dice a Julio, sobre Beatriz.

Sin meternos en análisis psicológicos, está claro que Rantés y Beatriz son enfermos psiquiátricos, que en su delirio creen ser seres superiores, que vienen a estudiar la mente humana para ayudarlos, y además, están ajenos a las emociones que mueven al resto de los personajes.  


 

De dónde proviene el nombre del film 

La imagen muestra el primer plano de un hombre con expresión concentrada, utilizando un equipo de filmación o cámara profesional. Su rostro aparece en blanco y negro, con un tono sombrío que sugiere una atmósfera intensa o tensa. Está inmerso en su trabajo, capturando algún tipo de escena o imagen a través del lente de la cámara. La composición y el enfoque en el protagonista transmiten la dedicación y compromiso del individuo con su oficio cinematográfico.
Eliseo Subiela en rodaje.

En una de sus últimas entrevistas, antes de fallecer, Eliseo Subiela reveló que la idea para su película "Hombre mirando al Sudeste" surgió de una situación real que él observó en su barrio. Según el cineasta, en una esquina había un hombre que se paraba en la misma posición mirando siempre hacia el mismo lado. Este hombre estuvo allí durante años, y los vecinos, incluso, se reían delante de él, sin inmutarlo. Fue esta imagen que lo inspiró a desarrollar la historia de la película. Años después, Subiela encontró en uno de sus viejos cuadernos una anotación sobre un hombre que llega a un manicomio diciendo ser de otro planeta, y así ensambló esa imagen de barrio con sus propias ideas. 



La Leyenda de Solaris en el Hospital Neuropsiquiátrico Borda 


El cine y la literatura sobre temas de enfermedades mentales siempre están enriquecidas con sus mitos urbanos, y este largometraje no es la excepción. Circula popularmente una leyenda de que en el nosocomio psiquiátrico, había un interno conocido como Solaris. Este era un interno, un supuesto extraterrestre que emergió a finales de los años 70 con la misión de estudiar a la humanidad. Lo describían como una figura de ojos azules y grandes, de piel casi traslúcida, y manos sin huellas dactilares. También, se afirmaba que llenaba cuadernos con símbolos indescifrados guardados en la biblioteca del hospital. Aunque su veracidad es incierta, estas leyendas han enriquecido la trama de la obra cinematográfica ambientada en el hospital Borda.


 

El largometraje, "Hombre Mirando al Sudeste", representa la genialidad de Eliseo Subiela como director de cine al trascender lo puramente entretenido y adentrarse en un territorio de profundidad sobre disquisiciones emocionales y existenciales. Su capacidad para desafiar al espectador en temas humanos y complejos a través de su arte, revela no solo a un director talentoso, sino a un verdadero artista y hombre de gran inteligencia. Una gran obra del cine argentino. 


 

Premios y Distinciones de Hombre Mirando al Sudeste

Fue nominada como mejor película extranjera para los Premios Goya (1988) y el Festival de San Sebastián (1986), y ganadora del Festival de Toronto (1986).


 

Ficha Técnica: Título Original: Hombre Mirando al Sudeste. Guion y Dirección: Eliseo Subiela Fotografía: Ricardo de Angelis Música: Pedro Aznar Intérpretes: Lorenzo Quinteros-doctor Julio Denis, Hugo Soto-Rantés, Inés Vernengo-Beatriz Dick. País: Argentina Duración: 105 min. Año: 1986


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Bio

Ella es Mariné o Marina Amestoy, directora y fundadora de Revista Mariné.

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