La princesa, la esclava, la lengua. Sobre: "La malinche", de Cristina Escofet, dirigida por Andrés Bazzalo.
Actualizado: 30 jul
Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen, pero muy pocos han visto (…) Se la conoce con distintos nombres: La huesera, la trapera y la loba. La única tarea de la huesera consiste en recoger huesos. Recoge y conserva, sobre todo, lo que corre peligro de perderse.
Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con lobos (2000)
pH: Nadine Duchini, edit: Mariné Amestoy
De jueves a domingos y hasta el 24 de abril, se presenta en el Teatro Nacional Cervantes La Malinche de Cristina Escofet, con dirección de Andrés Bazzalo. Una historia que todos deberíamos ver y escuchar, una narración de supervivencia, violencia y resistencia. Con un personaje que muta de niña a mujer, cargada de la efervescencia y el horror de “la conquista”. Desde el comienzo, sobre el escenario, una mujer de abundante pelo gris, la huesera (Maia Mónaco), es quien lee los granos de maíz y presenta en escena a la princesa de Paynala llamada Malinalli (Ana Yovino). La obra sabe relatar cómo esta princesa llega a ser llamada La Malinche (la lengua de Cortés) en un periodo que va entre el 1500 y el 1523 en las tierras de Tenochtitlán tomadas por los españoles, tierra de los dioses aztecas extraviadas al clavar en ella, una cruz.
pH: Nadine Duchini. Edit: Mariné Amestoy.
La obra transmite una carga emocional que se absorbe a través del intenso y enérgico trabajo actoral, al igual que el texto. Ana Yovino se transforma gradualmente, dejando atrás la piel de la niña Malinalli para convertirse en una exiliada de su propio hogar, violada, esclavizada y luego convertida en Doña Marina o La Malinche. La protagonista será considerada una traidora a su cultura, pero es el dolor convertido en odio lo que la llevará a ser una señora con un crucifijo dorado en el pecho y un abanico en la mano. Mientras tanto, La Malinche solo busca sobrevivir, ha perdido su inocencia y le han robado su estrella, su religión y su naturaleza. Una mujer mayor, interpretada por Maia Mónaco, acompaña el dolor de Malinalli y ayuda a que no pierda completamente su rumbo. La obra se presenta con proyecciones audiovisuales sobre una pirámide azteca, acompañada de música en vivo, transportando a los intérpretes a épocas antiguas. El uso hábil de estos recursos, junto con un vestuario blanco puro, evoluciona con Malinalli, permitiendo al público percibir cada etapa de esta mujer. Desde llevar flores en el cabello, hasta cargar oro pesado en la cabeza y finalmente vestir un miriñaque, Malinche no pierde su autenticidad, la misma que disfruta al inicio de la obra y anhela. Ese aspecto que se reduce al tamaño de una semilla en su alma, pero que no olvidará ni siquiera después de dar a luz al hijo de Cortés.
Una propuesta que estimula los sentidos, que relata una leyenda auténtica, que narra la historia de un pueblo y, al mismo tiempo, de muchos pueblos. Acerca de una mujer, pero también de muchas otras, la historia de cómo esta niña no tuvo escapatoria, de aquella que tuvo que adaptarse a lo desconocido modificando incluso su nombre. Una obra simplemente poderosa al igual que su protagonista, de la cual descendemos cientos de nosotros. Una pieza teatral que no oculta la verdadera historia, ni niega a las primeras culturas, aquellas que existían antes de que alguien definiera o diera significado a la palabra "conquistar".
Recomiendo mucho verla.
La Malinche, de Cristina Escofet, Dirección: Andrés Bazzalo. Actúan: Maia Mónaco y Ana Yovino. Músico en escena: Maximiliano Más. Diseño de vestuario: Adriana Dicaprio
Diseño de escenografía: Alejandro Mateo Diseño Audiovisual: Lucio Bazzalo
Realización Audiovisual: Lucio Bazzalo Música original: Gerardo Morel
Diseño De Iluminación: Soledad Ianni Asistencia de dirección: Vanesa Campanini
Producción: Sofhi García J, Lucía Quintana
Dirección musical: Gerardo Morel
Teatro Nacional Cervantes Libertad 815 CABA,
Funciones de jueves a domingo a las 19:30 hs.
La malinche Escofet Bazzalo