La verdad como estrofa de un abismo: Sobre DOS/Un elogio escénico para el amor
Actualizado: 8 dic 2023
La totalitaria vergüenza de estos pensamientos locos,
se desenmascara solo para proyectarlos contra las
fragmentadas evoluciones de la carcaza consciente,
redimiendo esa incontenible borrasca animal con un
grito, una contracción del gesto teatral de la sílaba.
Luis Alberto Spinetta, Guitarra Negra, 1978.
Cuando los detalles de un relato se emancipan, podríamos asegurar, no sin antes hacer base en somáticas y cuantiosas dudas, que el pensamiento como símbolo se aligera y devela. Tal acción podría deberse a que no hay, de esta manera, tanta carga o “deber” significante en cada imagen, palabra o expresión liberada. La combinación de estas, a su vez, conforma el eje de otros (nuevos) relatos de ritmos y continuidades tan líricas como prosaicas. En DOS/Un elogio escénico para el amor son estos los protagonistas que, en la voz y cuerpo del genial actor y dramaturgo Diego Starosta, cuentan-cantan, ríen-lloran, dicen y envuelven-envolviéndonos en ese movimiento de incesante trajín a lxs espectadores; es decir, nosotrxs, es decir, uno.
¿Qué hay del amor cuando es sujeto?
Hay tanta luz como sombra(s) sobre un espacio casi despojado que transforma el comienzo de la primera escena en la formulación de una cónclave pregunta, que serán centenas, luego, al finalizar la obra. Una figura, en dos, habla de una (in)estricta inquietud pujando por ser nombrada… ¡El amor! ¡Claro, el amor! ¿Qué es cuando es? ¿Y cuándo no? ¿Cómo saber lo que no apre(h)endemos ni tocamos? Poniéndole nombre, apelativo o seudónimo a lo que amamos es una buena entrada para aproximar(se) a la tranquera de un laberinto sin aparente huida, más que a un piso de maderas que simula un mar.
Starosta le entrega el alma a la filosofía y la corporalidad al teatro para tocar algo de la presunta (in)materialidad de las cosas que nos obligan a pensar, para luego versar sobre la categoría perenne de algunos tópicos de poéticas universales e inculpadas retóricas… De ser así, entonces, el amor como trama, ¿estaría por encima de algunos, otros, objetos de perdurable, aunque limitada, duración en la gran novela que es el mundo? Pues, no lo sabemos, pero vale la pregunta tanto, o más, que las “verdades” encontradas a lo largo del camino de la Historia, hoy arrojadas fuera del espacio de la (estricta) referencialidad.
El amor es una experiencia, el amor es
Esta pieza teatral es, sin dudas, un hallazgo que podría operar como una suerte de “brújula” para nuestro recorrido vital, pero de una sensible atención y movimientos conscientes hacia el encuentro del uno o la matemática de un dos. Es decir, el amor como acto procedimental y (re)significativo de la existencia dentro del enciclopédico lenguaje de las artes escénicas, tal como en la vida misma siempre fue…es.
Un lujo.
Por Marina Amestoy
Ficha técnica-artística:
Dirección: Sebastián Ricci
Reparto: Diego Starosta
Dramaturgia: Diego Starosta
Supervisión dramatúrgica: Sebastián Ricci
Diseño de iluminación:
Espacio escénico: Sebastián Ricci, Diego Starosta
Diseño de vestuario: Sofía Di Nunzio
Realización de vestuario: Yuraima Borrero, Gisela Durán
Diseño gráfico: Mauro Oliver
Producción general: Compañía El Muererío Teatro
Asistencia De Producción: Sofia Vilaro
Prensa: Prensópolis
Agradecimientos: Esteban Burns, Mariano Carneiro, Gonzalo Córdova, Marina Kryzczuk, Daniela Mena, Carolina Posse, Maricarmen Rodriguez, Julián Romera, Walter Romero, Diego Vainer, Norberto Wilner
Nota originalmente publicada en Revista Varda (https://revistav.wixsite.com/varda)