Nacidos de las cenizas. Sobre: "Luna de fuego" de Silvia Copello, dirigida por Fernanda Gómez
Por Nadine Duchini
Nos encontramos como centellas, divergentes chispas diseminadas
Nos separamos como la chispa central se divide con una azuela
Subsistiendo en la luz que llevamos antes de sentir la oscuridad
Una chisma hasta este día, tal vez, sólo por esta única centella.
Emily Dickinson (1864), traducción de Silvina Ocampo.
Cuenta la historia que los Yaganes, una comunidad indígena, habitaron las tierras fueguinas 4000 años a.C. Nómades que se desplazaban en canoas, recolectores, cazadores, pescadores y los protectores de las fogatas. Las mujeres nadaban con las ballenas y creaban relatos sobre unos monstruos que se escondían entre los árboles para ejercer un poco de control sobre los hombres. Todos escuchaban a las aves para adelantarse a lo que se avecinaba entre los témpanos, pero, por sobre todo, ellos cuidaban el legado del fuego. Silvia Copello se convierte en una cuentista y presenta Luna de fuego, dirigida por Fernanda Gómez en el Teatro del pasillo todos los viernes y con entrada a la gorra. Una obra que es puro relato, que es fragmento de los orígenes de nuestro territorio y sus pueblos, cuento real poco escuchado y que destaca el valor de la palabra, de las biografías que van de boca en boca y de generación en generación.
La importancia del relato se materializa en escena. Mirando al público, la intérprete le propone al espectador una especie de hipnosis guiada por su voz. De esta manera, quien la escucha queda absorto en el universo de los Yaganes, de los foguistas. Ella cuenta que en esa tribu existía un personaje prácticamente endiosado, encargado de mantener la llama prendida por siglos, mantener las brasas ardiendo incluso cuando se desplazaban hacia un nuevo sitio. En la barca, el foguista tenía que custodiar ese orbe ardiente y llevarlo a tierra en perfectas condiciones. Eran seres sin género, eran humo, nacían de las cenizas y en cuanto eran elegidos para esta tarea la idea de procrear se esfumaba, no tenían familia. La recitación es con una voz calma, emocional y juguetona; intervienen los sonidos de la naturaleza, los colores de las flamas inquietas y de la noche helada junto al mar. Quien escucha aprende sobre quién fue la última mujer que habló la lengua de los Yaganes y así, tal vez, sobre el valor del pasado.
Silvia Copello es también quien se encargó de la escenografía, logrando exponer el paso de mujeres y hombres que supieron vivir de y para la tierra. Los canastos de mimbre hablan de los recolectores, de la pesca lograda y de las manos artesanas. Las ramas y la hojarasca dispersa en el suelo están listas para mantener la fogata, mientras Silvia continúa con la historia. Es así como recorre detalladamente cada característica, habilidad y creencia de este pueblo del sur. Habla sobre la importancia del vasto lenguaje de esta tribu, que no dejó rastro por escrito sino mediante el habla. Lo cual podría pensarse que tiene relación directa con pasar el fuego de mano en mano, sin que se extinga. El fuego es el calor, el alimento, la luz por las noches; es la vida y la protección.
Recomiendo mucho verla.
Luna de Fuego de Silvia Copello. Narración: Silvia Copello. Dirección: Fernanda Gómez. Escenografía: Silvia Copello. Música: Erika Brandauer. Operación de luces: Valentín Terni. Diseño De Iluminación: Valentín Terni. Fotografía/Imágenes: Julián Schmidt. Asistencia: Lidia Núñez. Prensa: Valeria Franchi.
Teatro del pasillo Colombres 35, Capital Federal - Buenos Aires - Funciones Viernes - 20:30 hs - Del 16/08/2024 al 25/10/2024.