"Pasiones y Desengaños": Un Viaje a través de 'Le Mépris' de J-L. Godard.
“El cine, dijo Bazain, ‘sustituye un mundo amoldado a nuestros deseos’ Le Mépris (El Desprecio) es la historia de ese mundo”.
Jean Luc Godard
En este artículo, veremos la compleja relación entre el amor y el arte en una de las obras más icónicas de Jean-Luc Godard. Esta película no solo es un retrato de los conflictos en una relación matrimonial, sino también una crítica mordaz a la industria cinematográfica.
El director francés nos zambulle en un mundo donde el deseo y el desprecio coexisten. ¿Hasta dónde llega el amor? ¿Hasta dónde el sacrificio? A medida que se desarrolla la relación entre Paul Javal (Michel Piccoli) y Camille (Brigitte Bardot), se va desvelando el camino de cuando el amor se va convirtiendo en desilusión. El cineasta utiliza su narrativa para cuestionar la autenticidad de los sentimientos en un entorno donde la presión de la industria cinematográfica amenaza con desdibujar los límites entre lo personal y lo profesional. La película se convierte así en un espejo de las complejidades de las relaciones humanas, donde el sacrificio puede ser tanto un acto de devoción como una fuente de dolor, pagando por ello un alto costo.
La Vida Recreada en Espejo
Jean-Luc Godard poseía un estilo audaz y experimental que rompía las convenciones del cine tradicional. En Le Mépris, su enfoque innovador se manifiesta en diversas facetas que transforman la experiencia del espectador; es una película dentro de una película. Se desarrolla un paralelismo entre los personajes y la obra que se está filmando en la ficción: La Odisea.
“Cuando oigo la palabra cultura, tomo mi talonario (chequera)”, Prokosch.
Utiliza la industria cinematográfica no solo como un telón de fondo, sino como un personaje en sí mismo. La figura del productor estadounidense, Jerry Prokosch (Jack Palance), personifica las desavenencias entre el arte y el comercio. Su falta de sensibilidad hacia la visión artística que tiene Paul, quien es un dramaturgo, se hace evidente. En escena aparece el consagrado Fritz Lang, que se interpreta a sí mismo, y representa el ideal del cineasta comprometido con su arte. En la película, Lang es el director de La Odisea, y Paul Javal debe reescribir el guion para que sea un éxito comercial, según las exigencias de Jerry. Lang simboliza la integridad artística y la pasión por el cine, contrastando con las presiones que enfrenta Paul, que quiere seguir con su dramaturgia, pero debe costear su vida y la de su mujer. Con la presencia del director alemán, Godard no solo rinde homenaje a Lang, sino que también muestra la lucha entre la visión artística y las demandas de la industria.
En la narrativa del film, La Odisea representa un espejo entre los personajes principales. El clásico de Homero, que trata sobre el viaje y las dificultades del regreso a casa de Ulises, es concordante con la propia travesía emocional de Paul, que, al igual que el héroe griego, lucha por balancear su vida. Su carrera como guionista en una industria que prioriza el comercio sobre el arte, además de su lucha por mantener la conexión con Camille, se entrelazan. A su vez, Camille sería Penélope, representando la figura de la lealtad. Ambas esperan pacientemente el regreso de su amado. Camille sufre la desilusión en su matrimonio; su transformación a lo largo de la película refleja la incertidumbre y el dolor que siente mientras lidia con los desprecios de Paul, al punto de convertirlo en su propio desprecio hacia él, y la influencia del productor.
Fotograma de Le Mepris
Jerry Prokosch puede ser visto como una representación moderna de Poseidón, el dios griego del mar. Ambos personajes comparten características que los convierten en fuerzas destructivas y dominantes en sus respectivos contextos. La deidad conocida por provocar tempestades y desatar su ira, refleja la naturaleza impredecible y amenazante del productor. Su presencia en la película dinamiza la tragedia, al igual que Poseidón altera el destino de Odiseo y sus hombres. Posee una ambición desmedida; ejerce control sobre la producción cinematográfica y actúa como un catalizador para el desamor y la desilusión en la relación de Paul y Camille. En los personajes de Paul y Prokosch, se resalta la lucha entre la creatividad y la mercantilización, el productor sería la fuerza que amenaza con destruir lo que es auténtico y valioso en las relaciones humanas.
El arte y simbolismo de Godard
Una de las escenas más memorables de Le Mépris se desarrolla en el departamento de Camille y Paul. En esta secuencia de media hora, los personajes se encuentran y desencuentran mientras transitan por diferentes habitaciones, mostrando en imágenes lo que se viene gestando en la relación. La cámara se desplaza entre los espacios, capturando el distanciamiento que va creciendo entre ambos a través de la disposición arquitectónica del lugar. A medida que la conversación avanza, Camille expresa sus emociones hacia Paul, mientras él intenta justificar su apatía. El recurso de utilizar las paredes y los umbrales como símbolos del distanciamiento en la pareja demuestra la gran habilidad de Godard para utilizar la arquitectura, y no se agota en esa secuencia. Los exteriores en Capri, con los imponentes acantilados que rodean la isla, ofrecen una visual impresionante. La edificación natural y la belleza del paisaje mediterráneo complementan la estética del filme.
En un pasaje del film, Paul sube unas enormes escaleras para encontrarse con Camille, quien ya ha tomado una decisión que marca el final de su relación. En ese momento, Paul se ve diminuto frente a la majestuosidad de la construcción, simbolizando su vulnerabilidad y la pérdida del corazón de su amada. La altura de las escaleras representa el abismo emocional que los separa, pero también el esfuerzo que Paul debe realizar para alcanzar un amor que se ha desvanecido. Camille, en una posición elevada, tomando sol y relajada, simboliza la libertad y la resolución, contrastando con Paul, que se enfrenta al inevitable desamor y a la imposibilidad de regresar a su vida de pareja.
EL meta cine
Otra de las innovaciones de Godard es la incorporación de elementos de meta cine, haciendo constantes referencias al proceso de creación cinematográfica. Al incluir escenas de la producción de la película en la que Paul trabaja, el director muestra al espectador cuál es la autenticidad del arte y su relación con la industria cinematográfica y la vida real, al tener que lidiar con escribir un guion por dinero. Esta auto-reflexión es una de las características distintivas de su estilo, convirtiendo la película en una reflexión sobre el cine como forma de arte. Aquí Godard deja muy claro el papel de Fritz Lang, admiración plena. “Mira, Dioses. Me gustan los dioses. Me encantan, sé exactamente cómo se sienten. Exactamente”, dice un omnipotente Prokosch. Lang serenamente le responde: Jerry, no olvides esto los dioses no han creado al hombre. Es el hombre quien ha creado a los dioses” Lo representa como un sabio que está más allá de las presiones, representa una voz de autoridad y experiencia en el mundo del cine y simboliza la búsqueda de la verdad y la autenticidad artística. Su presencia en la película le recuerda a Paul la importancia de mantenerse fiel a su visión creativa, incluso frente al salvajismo de la industria.
Lang - “El mundo de Homero es un mundo real. Pero el poeta perteneció a una civilización que se desarrolló en armonía con la naturaleza, no en oposición con ella. Y la belleza de ‘La Odisea' radica justamente en la percepción de la realidad tal como es la realidad tal como es.
Paul: - ¿La realidad tal como es objetivamente?
Lang: - Exactamente. Y en una forma que no esté sujeta a la distorsión. Es lo que es, lo tomas o lo dejas”.
"Le Mépris" es una celebración del arte cinematográfico en sí mismo. Godard no solo contó una historia; también planteó preguntas profundas sobre la naturaleza del amor, la creación, la lealtad y el sacrificio. Sin dudas, una de las mejores películas de la Nouvelle Vague.
Ficha Técnica: Título: El desprecio Año: 1963 Dirección: Jean-Luc Godard Guion: Jean-Luc Godard Basada en: Il disprezzo por Alberto Moravia Música: Georges Delerue Fotografía: Raoul Coutard Protagonistas: Brigitte Bardot-Camille Michel Piccoli-Paul Javal Jack Palance-Jerry Prokosch Fritz Lang-Fritz Lang.