"Performando la carne, la explotación y lo salvaje". Sobre “¿Por qué braman las vacas?” de Amalia Cuesta.
Por Lucía Specterman (revisado por Mariné Amestoy)
El cuerpo puede volverse hablante, pensante, soñante, imaginante.
Todo el tiempo siente algo. Siente todo lo que es corporal.
Siente las pieles y las piedras, los metales,
las hierbas, las aguas y las llamas. No para de sentir.
Jean Luc Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo, 2006.
El viernes 14 de junio a las 21hs tuve la oportunidad de asistir al Sábato Espacio Cultural (Uriburu 763, CABA) para presenciar ¿Por qué braman las vacas?, un proyecto performático creado, interpretado y dirigido por Amalia Cuesta. Este espectáculo formó parte de Afectiva, un ciclo intermitente de danzas urgentes organizado por la coordinación del área de danza del espacio, a cargo de Federice Moreno Vieyra.
¿Por qué braman las vacas? Es la primera performance dentro de una serie, que se propone explorar la relación entre una mujer, la vaca y el universo rural. A través de una observación enteramente animal, Cuesta hilvana diferentes lenguajes artísticos: la danza, la música y el arte visual.
Desde la carne
Según Merleau-Ponty, la carne es el medio a través del cual percibimos y experimentamos el mundo. Este concepto trasciende el cuerpo físico, englobando la totalidad de nuestra existencia corporal, incluyendo las experiencias y emociones que sentimos mediante ella.
De este modo, podemos sostener que la presencia del mundo se revela mediante la experiencia vivida en nuestro cuerpo (o, mejor dicho, en nuestra propia carne).
Esta obra nos conduce a una inmersión introspectiva hacia la esencia misma de la carne. Nos interpela desde esa perspectiva. Esta idea se materializa al explorar la animalidad y la ““humanidad””, donde la intérprete-creadora no solo representa, sino que personifica esta dualidad de manera problemática.
El cuerpo biológico de la hembra y su explotación
Reclamo derechos para la mujer porque estoy convencida de que
todas las desgracias del mundo provienen de este olvido y desprecio
que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales
e imprescriptibles del ser mujer.
Flora Tristán, Unión Obrera, 1844.
Esta performance crea un espacio para la reflexión, indagando en la relación entre el cuerpo de la mujer y el cuerpo de la vaca.
“¿Qué hay en común entre el cuerpo de la mujer y el cuerpo de la vaca?”
El cuerpo en escena evocaba la imagen de un cuerpo femenino, pero sin definirse claramente como una mujer vaca o una vaca mujer... Más bien sugería la posibilidad de ser una criatura nueva (o histórica); creando una figura híbrida e inédita en su expresión.
"Se educa a la mujer de acuerdo a sus características biológicas, acentuando todo aquello que favorece su rol de reproductora (Peña, p. 77)".
Desde tiempos antiguos, el papel de la mujer ha sido predominantemente visto en función de su capacidad para parir y criar hijxs. Esta visión ha tenido un profundo impacto en la educación, las expectativas sociales y las oportunidades disponibles para las mujeres. Históricamente, hemos sido educadas para desarrollar habilidades relacionadas con el cuidado del hogar, a menudo relegadas de la educación formal y de otras esferas de la vida. Esta limitación educativa ha centrado nuestro rol en ser madres y cuidadoras, impidiendo nuestra participación plena en áreas como la educación y el mercado laboral. Como resultado, hemos dependido económicamente de figuras masculinas, perpetuando estructuras patriarcales que han mantenido la desigualdad de género a lo largo del tiempo.
Por su parte, el cuerpo de la vaca ha sido reducido en la industria ganadera como un medio para obtener la materia prima (leche, carne y cuero) y como otro medio que posibilita la reproducción y conservación de la especie.
En este sentido, podemos mencionar que tanto el cuerpo de la mujer como el cuerpo de la vaca son cuerpos-víctimas del control y la explotación capitalista. Ambos cuerpos son mercantilizados y explotados en función de sus capacidades biológicas.
En el mundo capitalista, el cuerpo de la mujer es comercializado en industrias como la moda, la publicidad y la pornografía, donde su imagen y sexualidad se utilizan para generar capital. La mercantilización del cuerpo femenino nos reduce a objetos de consumo donde somos más valoradas por nuestra apariencia y capacidad de atraer. Y, las vacas, son vistas como unidades de producción cuyo valor se mide en términos de la cantidad de productos que pueden generar.
Como vemos, el sistema capitalista exacerba la explotación y la desigualdad al reducir tanto a las mujeres como a las vacas a meros medios explotables según sus capacidades biológicas. Esto, sin duda beneficia a los que ocupan posiciones de poder dentro de este sistema. Ambos ejemplos ilustran cómo el sistema capitalista tiende a objetivar y mercantilizar los cuerpos “” humanos”” y animales.
En la obra, Cuesta representa ese cuerpo-víctima del capitalismo; representa a todas aquellas corporalidades silenciadas por ese cruel sistema. A través de diferentes lenguajes, ella es capaz de visibilizar el sufrimiento y la opresión que sufren los cuerpos en un sistema que prioriza el capital sobre el bienestar.
Animales salvajes
La obra se asemeja a un encuentro salvaje entre dos animales que intentan hacer algo con aquello que lxs oprime.
El destete y la constante producción son momentos que provocan en el cuerpo femenino sonidos de sufrimiento sumamente ensordecedores. En este contexto, el cuerpo en escena anhela conectarse con su naturaleza salvaje, buscando ser visto, recibir ayuda y poner fin a su angustia.
En este sentido, es necesario reconocer, habitar y reivindicar esa animalidad que reside en nosotrxs. Clarissa Pinkola Estés en su libro Mujeres que corren con los lobos (1992) refiere a que es necesario que las mujeres nos conectemos con esa feminidad salvaje que habita en nosotras. Afirma que cuando eso sucede adquirimos una observadora interna permanente, una conocedora, una visionaria, un oráculo, una inspiradora, un ser intuitivo, una hacedora, una creadora, una inventora y una oyente que sugiere y suscita una vida vibrante en los mundos exterior e interior (Estés, 1992, p. 19).
Por demasiado tiempo los sistemas de poder nos han subyugado y domesticado. Por eso, recuperar nuestra naturaleza salvaje es un acto de resistencia contra la objetivación y la mercantilización, un camino a una existencia donde seamos realmente dueñas de nuestros cuerpos.
En resumen, ¿Por qué braman las vacas? Es una obra que te vincula con tu carnalidad de forma visceral y salvaje. Te invita a experimentar tu propia carne y, simultáneamente, te reta a cuestionar el sistema cruel y despiadado en el que estamos sumergidxs. Te inspira a levantarte y conectar con la naturaleza salvaje que habitamos y nos habita, trascendiendo las barreras impuestas y logrando un entendimiento más profundo de unx mismx y del mundo opresor en el que vivimos, en la búsqueda de una liberación auténtica, profunda y, sobre todo, transformadora.
Recomiendo mucho verla.
¡Próximas funciones!
Sábados 3 y 10 de agosto.
A las 21hs.
En Espacio EK´ (Jorge Newbery 3880, Chacarita, CABA).
Para adquirir tus entradas, ingresa al siguiente link: https://publico.alternativateatral.com/entradas87265-por-que-braman-las-vacas?o=14
¿Por qué braman las vacas? Idea Original, Intérprete y Dirección: Amalia Cuesta. Diseño de vestuario: Marcos Di Liscia. Diseño sonoro y música original: Emilio Clerci. Fotografía: Xavier Martín. Entrenamiento vocal: Gabi Saidón. Asistencia coreográfica: Federice Moreno Vieyra. Asesoramiento Creativo: Susana Rocío Balda. Asistencia de dirección y producción: Nadia Tallon. Colaboración artística: Mariana Felcman.
Por qué braman las vacas de Amalia Cuesta
Función: viernes 14 de junio a las 21hs en el Sábato Espacio Cultural (Uriburu 763, CABA).