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De huesos gruesos. Sobre: "Nena gorda", de Barbara Bonfil y Laura Fernández con dirección de Andrea Varchavsky.

Actualizado: 2 ago


 

Un cuarto infantil detenido en el tiempo es el escenario de Nena gorda, que se presenta los sábados a las ocho de la noche en el teatro El Crisol. Una obra que recorre la biografía de una ex (casi) bailarina clásica. Una nena que tenía un sueño que se materializó en algo imposible para ella y desencadenó en una especie de trauma o fantasía frustrada. Una historia que entretiene al público y lo hace pasar de la risa al llanto con la naturalidad con la que se leería en un diario íntimo personal. Esa es la obra que ocupa la cartelera de El Crisol los sábados a las 20 h. 







 

Bárbara Bonfil, la escritora, se interpreta a sí misma en la obra y establece una conversación con el público en la que muestra quién quería ser cuando era niña. Una foto de ella con su vestuario y en quinta posición de ballet es el punto de partida de la historia, que se continúa con las problemáticas comunes de ser una niña y verse gorda en el espejo, no sentirse suficiente y enfrentarse a una sociedad que casi no supo lidiar con ese cuerpo y con las metas que quería cumplir. 





PH: Nadine Duchini. Edit.: Marina Amestoy.


 

Esta nena gorda, ahora mujer, le habla a la cara a los espectadores, les cuenta su historia de una manera tan íntima, que termina proyectando una experiencia teatral distinta a la clásica. Incomoda y establece complicidad al mismo tiempo; muestra objetos y videos propios que ayudan a visualizar la historia de una infancia nutrida por la comparación con otras compañeras de danza o con los “verdaderos” cuerpos del Royal Ballet; se plantea, casi indirectamente, por qué con ese cuerpo eligió esa vocación, como si su físico tuviera algo malo, como si ese peso pesara sobre sus ideas, cuando ella solo quería bailar. Sus inseguridades la hacen pensar demasiado y le hacen preguntarse acerca de que quizás es eso lo que le provoca perder el ritmo, olvidar la coreografía y terminar en el fondo de la formación en un cuadro musical. Paso a paso, la nena gorda va desenredando una madeja de anécdotas que la marcaron, que no olvidó y que al final del día construyeron a la adulta que es hoy.



 


En el espacio, la escenografía es tan real que, al finalizar la obra, el público puede recorrerla y observar como si fuese propia. Sillas, una mesa, el baúl de recuerdos, un oso, VHS con las “muestras” de fin de año de una escuela de danza y muchas, muchas muñecas. Flacas, de rizos rubios, de piernas largas y cintura irreal, todas altas y por supuesto todas delgadas. Estas plásticas representaciones de una mujer hegemónica en miniatura son los elementos que eligieron para narrar todo lo que la protagonista no pudo ser. Y representa lo pequeña y diferente que se sentía en ese mundo, el mundo de su infancia. En esta habitación también hay títulos enmarcados, para recordar los logros que, a pesar de un cuerpo que incomoda, pudo alcanzar. Cada rincón del espacio se convierte en el detonante de la emocionalidad de esta mujer que parece volver a ser niña en el lugar que fue su hogar, ese cuarto que sus padres mantienen inmortal. Son elementos que la hacen meditar y explotar hasta el punto de la catarsis, demostrando que nunca hay un evento que pase sin importancia durante la niñez.


Esta propuesta teatral parece estar desbordada de recuerdos que muchas mujeres han atravesado en su infancia, claro que es igual para algunos hombres, pero la materia prima que lava el cerebro para anhelar el cuerpo “perfecto” siempre ha estado diseñada para el consumo femenino. ¿Qué disciplina puede practicar una nena gorda y cuál no? ¿Ese cuerpo le impide qué cosa y por qué? ¿Quién decide poner en la cabeza de una nena la idea de que su talle no es compatible con sus aspiraciones? Ella quería volar, ser etérea y febril como Odette, de El Lago de los Cisnes, pero tuvo que ir modificando sus sueños para mantenerse sobre su verdadero lugar, ese que la completa: el escenario. Solo queda pendiente la pregunta ¿quién va a ser ella después de ser la nena gorda, gordita, grandota, de huesos grandes, morruda, corpulenta, gruesa y bailarina? 


 

Recomiendo mucho verla.  


 

Nena Gorda de Bonfil Fernández y Varchavsky.

Dirigida por Andrea Varchavsky y con asistencia de dirección de Carolina Niño De Guzmán.

Actúa: Barbara Bonfil. Voz en Off: Luisa De Barrigue De Fontainieu.

Vestuario: Laura Cardoso. Escenografía: Laura Cardoso. Iluminación: Matías Noval.

Diseño sonoro: Mariano Kosiner Blanco. Audiovisuales: Boukhelfa Mohamed Amine.

Diseño gráfico: Carolina Ames.


Teatro: El Crisol, Malabia 611, Capital Federal - Buenos Aires - Argentina.

Funciones: sábados a las 20 h.




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Bio

Ella es Mariné o Marina Amestoy, directora y fundadora de Revista Mariné.

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